Es un restaurante asador con encanto que tiene, además, un atractivo añadido: las cuevas que datan del siglo XVIII.
Según llegas, te invitan a visitar dichas cuevas donde puedes degustar unos pinchos de matanza (chorizo y morcilla) y aceitunas acompañados de un vermut natural o un vinito de la casa.
Están decoradas con objetos antiguos, velas, luces indirectas creando un ambiente muy acogedor.
Puedes comer en la cueva o en los salones que tienen arriba. Todo con decoración castellana.
Aunque la especialidad son los asados, hacen una carne a la brasa que "quita el sentido". El personal es encantador, pendientes de que no te falte de nada y con una atención magnífica.
Nosotros hemos comido un tomate "de la tierra" con un aliño especial, unos corazones de alcachofas y unos huevos con patata y chistorra.Después hemos tomado un lomo alto de buey a la brasa que estaba riquísimo.
Y, para rematar, una selección de postres que hablan por sí solos.
El artífice y responsable de todo esto es Jesús (Chuchi) hijo de D. Vicente Ruiz-Medrano nombrado Mesonero Mayor de la Villa en el año 1973, y se nota la tradición familiar pues lleva en la sangre el oficio de la hostelería al que ha dado un matiz muy especial. Es un sitio que sorprende cuando se visita por primera vez. Os animáis?
Algunos rincones de Navalcarnero |
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