domingo, 23 de febrero de 2020

52º Feria del Cocido de Lalín (Pontevedra)

Hace cuatro años fui por primera vez a Lalín a disfrutar de su Feria del Cocido (declarada de Interés Turístico Internacional), de sus gentes y de su entorno. Aquí os hablé de la historia de esta interesante fiesta y os conté mi experiencia.
Este año he vuelto y he vuelto a disfrutar del placer de la buena mesa en buena compañía, de los fantásticos productos de esa tierra que es Galicia y del buen hacer de sus gentes.
El tiempo deslució un poco la fiesta, pues no dejó de lloviznar, pero eso no impidió que las miles de personas que acudieron lo disfrutaran. Los gallegos están acostumbrados a las inclemencias del tiempo y a la lluvia. Hay una frase de un escritor gallego (no recuerdo su nombre) que dice algo así como"Si sales de casa, lleva el paraguas y si llueve, haz lo que quieras", sin olvidarme de la frase "se chove que chova" que ha dado la vuelta al mundo por un spot publicitario, así que está claro que no hay lluvia suficiente que pueda "amedrentarlos".
No faltaron las comparsas, charangas y desfiles de carrozas. La gran carpa que instalan frente al Mercado exponía productos gallegos y de otras zonas cercanas. Aquí pudimos ver a un grupo de Madamas y Galáns de Cobres (Vilaboa) danzando con sus espectaculares trajes de Carnaval.
Este año tampoco podía faltar el animal origen de esta fiesta, hecho arte, por las calles de la ciudad.
Pero como el protagonista del día era el cocido, no tardamos en ir a dar buena cuenta de él. Esta vez lo tomamos en la Parrillada Airiños, en Madriñán, a unos 12 km de Lalín.
El sitio está en un lugar privilegiado, en plena naturaleza y el cocido que pudimos disfrutar allí, fue digno de los paladares más exigentes. Además, el trato del personal fue magnífico, pendientes en todo momento de que no faltara de nada en la mesa.
Fijaos que fuentes de carne, verdura, garbanzos... Y el pan riquísimo, como todo el pan de esa zona...
Después de tan ricas viandas, vinieron los postres. Y qué postres!! Orejas, filloas, cañas, leche frita, queso con membrillo... Todos para repetir si no fuera porque nuestros estómagos ya no daban más de si....
El vino elegido para acompañar tan suculenta comida fue El Ilusionista Roble, de las bodegas HGA, con D.O. Ribera del Duero y  elaborado con la variedad de uva tempranillo, cinco meses en barrica de madera (50% roble francés y 50% roble americano)
Después de una comida tan consistente, nada como un paseo por los alrededores del restaurante, durante el cual llegamos al Pazo de Anzuxao, un lugar precioso en el que también hay una fábrica de quesos.
Por cierto, los quesos de esta fábrica riquísimos, para disfrutar. 
Y con ésto, me despido hasta la próxima
Hasta pronto amigos!!

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